Ocurrió el 8 de agosto cuando un grupo de 50 jóvenes que había disfrutado del festival Arenal Sound se subió a un autobús de regreso a casa.
Tenían por delante 250 kilómetros, en autobús, a 40 grados y sin aire acondicionado. Estas fueron las condiciones a las que se enfrentaron para realizar un trayecto entre Burriana y Alicante.
“El conductor nos dijo que era porque tenía las puertas abiertas y que cuando cerrara y arrancara, funcionaría”, explica una de las pasajeras en la información recogida por el citado medio. “Llegamos a un punto en el que nos faltaba el aire. Estaba tan caliente que no podíamos respirar”, reconoce otra.
Chicos llorando, ventanillas empañadas, el suelo encharcado de sudor y, según cuentan varios testimonios, “el conductor no hacía nada, él veía que la gente estaba en pánico y no hacía nada”.
Los jóvenes empezaron a golpear los cristales e incluso una chica cogió el martillo con la intención de romper una ventana. Fue entonces cuando vieron a un policía que controlaba el tráfico y llamaron su atención: “Cuando nos vio paró el autobús y salimos mareados, con lipotimias, golpes de calor y ataques de ansiedad”, cuentan.
Algunos tuvieron que ser asistidos por ambulancias. Finalmente se reubicó a los viajeros en otros vehículos de la misma compañía.