Los países vecinos a Rusia han detectado un repunte del tráfico de personas en la frontera desde que el presidente, Vladimir Putin, anunció el reclutamiento de miles de reservistas, lo que les ha obligado a redefinir estrategias y ha reabierto el debate sobre la protección que se debe ofrecer a quienes quieren evitar una potencial llamada a filas.

En la última ola de exiliados rusos desde el inicio de la guerra en febrero, hombres en edad de servir en las fuerzas armadas han salido a Georgia en caravana de automóviles de hasta 20 kilómetros, en bicicleta o a pie.

El Gobierno ruso ha estimado en hasta 300.000 los reservistas que espera sumar para reforzar su capacidad militar en Ucrania y, aunque por ahora no ha ordenado el cierre de las fronteras para los hombres que pueden ser llamados a filas, tampoco ha descartado que eso pueda ocurrir en un futuro.

Construirían valla en la frontera con Finlandia

El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha evitado este martes dar el dato oficial de salidas en estos días –”no tengo esta cifra”, ha argumentado ante los medios– y ha rehusado también comentar la posible construcción de una valla en la frontera con Finlandia, según las agencias oficiales rusas.

La Guardia Fronteriza finlandesa planteó el lunes la construcción de una valla que cubriría unos 260 kilómetros para reforzar las zonas consideradas de mayor riesgo –la frontera se extiende por unos 1.300 kilómetros–, dentro de un plan más amplio para facilitar las labores de vigilancia.