Aunque el mundo está encantado con las increíbles imágenes que ha dejado la tormenta solar más poderosa en una década y que azota la Tierra desde este viernes, también existe un temor en quienes han escuchado que esta tormenta geomagnética, que no ocurría desde 2003, puede afectar a los satélites, los dispositivos electrónicos y las redes eléctricas en los países donde no se está acostumbrado a vivir este tipo de fenómenos.

Una dramática explosión solar desencadenó el viernes una tormenta geomagnética en la atmósfera terrestre que se espera haga visibles las auroras boreales en lugares tan al sur como Alabama y el norte de California, y podría interferir con las redes eléctricas, las comunicaciones y los sistemas de navegación.

Los efectos podrían continuar durante el fin de semana, ya que un flujo constante de emisiones procedentes del Sol sigue bombardeando el campo magnético del planeta.

A diferencia de las erupciones solares, que viajan a la velocidad de la luz y son capaces de alcanzar la Tierra en ocho minutos, las eyecciones de masa coronal viajan a un ritmo más lento, de 800 km por segundo.

La magnitud de esta tormenta es tal que países en los que no se está acostumbrado a presenciar estos fenómenos, por su latitud, se están generando auroras boreales, como en el norte de Europa, Australasia, o por no ir muy lejos, en Canadá y algunas regiones de Estados Unidos, en el norte de América; y en Chile y Argentina, en el sur del continente.

Para la gente de muchos lugares, lo más visible de la tormenta serán las auroras boreales. Pero las autoridades y las empresas también estarán atentas a los efectos del fenómeno en las infraestructuras, como los sistemas de posicionamiento global, las radiocomunicaciones e incluso la energía eléctrica.

Aunque las auroras boreales se ven con más frecuencia en las latitudes más altas, cerca del Polo Norte, este fin de semana los habitantes de muchas otras partes del mundo ya están disfrutando de un espectáculo que podría durar hasta principios de la semana que viene.